Cuando el amor dimite ¿sabes tú dónde va?
Recuerdo bien la profunda impresión que aquellos versos de Bécquer me causaron a mis trece o catorce años. Durante días me lo seguía preguntando.. “cuando el amor termina…¿sabes tú donde va?”…
Como hija de padres divorciados que se habían amado profundamente, a mi entender, esta era una pregunta insoportable, sin solución, y que me generaba mucha impotencia. Entonces ¿el amor se acaba?
Tardé unos 30 años de mi vida en encontrar una respuesta.
Si el amor es un campo de energía entonces el amor (al igual que el miedo y la ira, por ejemplo…) no puede acabar.
Lo que ocurre es algo así como una desconexión
-¡Ah! ¡Una desconexión! ¡Ahora lo veo! – me dije entonces... –

Pero descubrir esto me dolió tanto o aún más que la idea de que mis padres, o yo misma en determinado momento, hubieran renunciado a mantenerse conectados al amor.
No era exactamente que que ellos entonces se hubieran dejado de querer… sino que se habían desconectado del amor temporalmente… y no habían sabido como regresar.
Y esto aún me parece una de las cosas más tristes y carentes de sentido.
¿Por qué dos personas que habían sido felices juntas, que habían compartido tanta pasión, tanta alegría, tanta complicidad, tanta intimidad, tanta temeridad, hasta el punto de traer al mundo un hijo juntos… de pronto, “irresponsablemente” habían decidido, aunque fuera en un plano inconsciente, “dimitir del amor“?.
A lo largo de los años me he encontrado una y otra vez con mujeres como tú y como yo que estaban dispuestas a hacer esa desconexión.
Por fortuna he podido ayudar a que no se realizara en la gran mayoría de los casos… y sólo he tenido que acompañar unos pocos procesos de separación que eran sin duda inevitables por diversos motivos.
Mira
…la razón por la que pienso que siempre hay que intentar darle una oportunidad a una relación es la siguiente:
La mayoría de las veces llegamos a una relación proyectando sobre el otro nuestras carencias.
Me explico mejor:
Al principio la persona no se da cuenta de esta suplantación, porque está entretenida proyectando sus carencias sobre nosotros.
De tal modo que nadie conoce a nadie.
Ambos son muy complacientes y se prestan a hacer de pantalla para que que el otro pueda ver lo necesita ver para sentirse seguro…
…pero… y esto es importante: ambos se niegan a ver la realidad de la otra persona.
Pero si tienes en cuenta la idea del Amor como un campo de energía te será fácil ver que el amor no es un proceso interno.
Es decir no existe un amor de Pepito y Lola, y un amor de Pilar y Joaquín.
El amor es la sintonía con un campo de energía, que se establece al servicio de la Vida, del Sistema Familiar, o del Destino.
Esto puede querer decir que el objetivo primordial de esta conexión puede ser servir a un algo más importante que la solución de las carencias o el desorden interno de un individuo.
Es decir:
…que da igual si amas a tal o a Pascual, siempre que te pongas al servicio de la Vida a través de ese enamoramiento.

¿Horrible verdad?
Bueno, a mi me pareció horrible al principio.
Pero entonces pude descubrir la enorme poesía de todo esto.
Es algo así:
…de pronto te encuentras frente a otra persona y se establece esa conexión profunda con el Amor, a lo que habitualmente llamamos “flechazo”.
Esto ocurre porque tenéis algo importante que hacer juntos.
Vuestro acercamiento, sea breve o prolongado, generará a resonancia necesaria para sanar asuntos pendientes en vuestros grupos de origen.
O en el paisaje interno de cada uno de vosotros.
Es como si ambos sistemas familiares nos empujaran con la fuerza de un sunami a ese abrazo conciliador.
Y para eso el amor pone en marcha todos sus recursos.
Un deseo irrefrenable,
una enorme ansiedad de saciar ese deseo...
y también cuenta con nuestras vulnerabilidades y carencias.
Junto a la persona amada nos volvemos a sentir seguros como cuando éramos pequeños.
Uno de los sentimientos comunes, y favoritos entre los enamorados, es el de sentir una fuerte conexión con el presente.
– Contigo me siento como si te conociera de toda la vida!
¡Oh!
¡Qué alegría proporciona esta sensación tan curiosa! ¿verdad?
Lo cierto es que todos los amantes sienten lo mismo.
Y este es un apaño formidable que hace el Amor, al servicio de la Vida, para que el objetivo más alto que es la reparación de algo importante, se pueda llevar a cabo.
La mala noticia es que esto lo sienten todos los amantes.
Y la segunda mala noticia es que lo sentimos cada vez que iniciamos una relación.
Ocultarlo es algo cultural.
Todos queremos hacer ver al otro que es especial y único, porque sabemos que esto le hará sentir todavía más inclinado a quedarse a nuestro lado.
Aquí lo importante es… ¿qué se ha activado cuando tenemos este sentimiento?
Efectivamente, ya te has dado cuenta.
Se ha activado la proyección de una carencia.
Los seres humanos vivimos la mayor parte de nuestra vida buscando volver a sentir esa enorme pertenencia, protección, alegría, abundancia, y placer de los primeros meses de nuestra existencia.
Es una sensación muy intensa, que aunque no recordamos, todos podemos evocar con una precisión casi milimétrica.
Entonces esos primeros momentos del amor nos hacen sentir que por fin nos acercamos a una vivencia similar.
O incluso más intensa… dado que se suman ahora las potentes pulsiones sexuales del adulto humano, que evidentemente son muy atractivas.
Las sensaciones son tan fuertes y bellas, que no vemos al otro.
Verlo sería una verdadera interferencia.
En realidad venos en el otro la oportunidad de recuperar el paraiso perdido.
Y si todo “va bien”, al otro desde luego le pasará algo parecido.
En realidad vemos en el otro la oportunidad de recuperar el paraíso perdido.
Y a ese ritmo es muy posible que la pareja se consolide, y empujados por todas las fuerzas intervinientes, se plantee un plan que en lo posible ha de incluir algún hijo para crear más Vida al servicio de la Vida.
Pero… ¿por qué alguien querría retirarse de una experiencia tan perfecta y llena de fuerza?
Es fácil.
Porque a esta pareja creada por impulsos de campos más grandes, en complicidad con su desesperada búsqueda de compensar carencias, y con el deseo desesperado de volver al regazo de mamá… le espera una profunda decepción.
Ninguno de los dos es ni ha sido nunca el paraíso perdido.
Ninguno es lo que me falta.
Ninguno es perfecto, invariable, y creado a medida para el otro.

Tendrán que descubrirse otra vez.
Y a ver si pasan la prueba del algodón.
Ciertamente, en este punto muchos dimiten del amor… y suben la banderilla de “taxi libre” para encontrar cuanto antes, otra vez, una experiencia que prometa devolverles a ese torbellino de emociones, placer y pertenencia…
…sin saber que todo el ciclo se volverá a repetir, porque no han asumido algo importante.
Que el paraíso perdido está perdido…
… y que para avanzar al siguiente nivel les toca aceptar al otro tal como es y vivir una vida desde la soledad del Adulto.
Entonces… la respuesta a la pregunta del artículo de hoy es: el amor jamás dimite.
Nunca, nunca, nunca.
Primero porque no tiene ego, y segundo porque el Amor no es un fenómeno individual.
En realidad somos nosotros los que nos retiramos del amor.
El amor siempre está disponible para recibirnos, y a medida que transcurre nuestra vida, cuanto más servicio le hayamos prestado, mucho más permiso, y mucha más libertad y facilidades para entrar y salir de él cuando queramos vamos a tener.
Léelo de nuevo:
El amor no es un fenómeno individual, sino una sintonía con una meta mucho mayor.
Y desde tu estado Adulto puedes, antes que dimitir, decidir mirar (y ver) al otro.
Redescubrirlo.
Aceptarlo.
Quizás el otro se ha hecho mayor, quizás ya no vive con la misma alegría, quizás está asustado.
Pero esto no es extraño cuando alguien te mira, como quizás tu le miras, con decepción.
Es difícil de encajar, ponte en su sitio, y aún más difícil de comprender.
Porque el otro también, al igual que tú, en un momento creía haber recuperado el Paraíso.
Y ahora tu mirada llena de reproche, le hace sentir como Adán expulsado del Paraíso.
Igual que te pasa a ti ahora cuando él te mira.
Sólo que tú a veces te llegas a sentir como la serpiente.
En el taller de la Mujer Nueva de este año trabajaremos sobre todos estos temas, y puedes ver la información aquí.
Que tengas un feliz presente.
Pilar Rodríguez-Castillos
Soy Pilar Rodríguez-Castillos y ayudo a mujeres inteligentes, sensibles y perceptivas, a encontrar el verdadero significado de sí mismas y a emprender el camino hacia la Realización Plena y hacia el Pleno Bienestar.
Y lo hago sin empujarles al pensamiento mágico, ni a las creencias sin fundamento, a través de la comprensión de la energía que mueve los hilos de sus vidas.


Pilar, me ha encantado este Post. Estoy divorciada, y estoy completamente de acuerdo contigo en lo que expresas de manera tan bella en tus palabras. Del amor se dimite…
De antemano gracias doña Pilar por traducir el amor en un plano maduro lo bonito de esto es conectar con el en acción hacia un universo plagado de amor que al. Mirarlo como un todo hecho con la intención del amor se va haciendo consciente en uno y eso se transmite
Woooow me encantó! El amor nunca dimite…gracias, gracias, gracias Pilar